Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


100393
Legislatura: 1894-1895
Sesión: 11 de Enero de 1895
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 34, 692-693
Tema: Discurso sobre programa del Gobierno

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¿No le parece al Sr. Conde de Esteban Collantes que no corresponde el tono de su discurso, ni la exageración de la frase, a las circunstancias y al momento en que nos encontramos? Ese discurso, en otra ocasión, con otro motivo y otras circunstancias, hubiera producido algún efecto; pero entiendo yo que, a pesar de lo que crea S. S., con su discurso y con sus apasionamientos no ha causado efecto alguno, al menos yo no lo he advertido en la Cámara, porque ya ha visto S. S. cómo, a pesar de ser tan bueno su discurso, lo ha pronunciado casi en la soledad del Senado. (El Sr. Conde de Esteban Collantes: Cuando vengan los presupuestos, que interesan al país, ya veremos los que acuden. Aquí no viene gente más que cuando se vota un bill de indemnidad, y se hace acudir a los embajadores y a los enfermos.) Aquí viene gente cuando la sesión merece que venga.

Por lo demás, yo voy a contestar en muy pocas palabras al Sr. Conde de Esteban Collantes, porque su discurso se ha referido principalmente a mi persona y a mis actos, y aunque lo tocante a mi persona es de poca importancia, tengo que decir algo acerca de mis actos, por la relación que guardan con el bienestar o malestar del país, pero me bastan pocas palabras para contestar a S. S.

Su señoría supone que yo me arrogo facultades que no me pertenecen; que yo me hago Poder ejecutivo, Poder legislativo, Poder moderador, y yo no sé cuántas cosas más. No he conocido hasta ahora que he tenido en mi mano todos esos Poderes juntos; porque, si los hubiera tenido, le declaro a S. S. que otra sería la suerte y el estado del país, puesto que así como he resuelto (a pesar de que S. S. dice que sin embargo de tener esos poderes no he resuelto nada) las cuestiones más difíciles de resolver en un país y en menos tiempo que en ninguna parte, hubiera resuelto también la cuestión económica, que es la que en este momento preocupa a la Nación española. Si no la resuelvo, no es por culpa mía; que si hubiera tenido esos poderes que S. S. me atribuye, la hubiera resuelto a pesar de S. S. y de sus amigos.

Pero, en fin, con todo ese poder que yo he tenido; con todas esas atribuciones, resulta, según S. S., que no he hecho nada y no he gobernado. ¿No es éste el argumento de S. S.? Pues tengo la vanagloria de creer, y algún día me hará justicia el país, que en menos tiempo en ninguna parte, se ha hecho más, ni se ha resuelto más completamente la cuestión política que en este país, hasta hace poco tiempo dominado por los conventos, por las monjas y por los frailes. (El Sr. Conde de Esteban Collantes: Eso sí que es peor que mi cuento, en esta Cámara sobre todo.) En todas las Cámaras se puede decir eso, porque es verdad.

El Sr. PRESIDENTE: Señor Conde de Esteban Collantes, ruego a S. S. que no interrumpa al orador.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): España, que en la cuestión política se encontraba más atrasada que ningún país de Europa, está hoy a la cabeza de todos esos países. (Un Sr. Senador: ¡Quia!) ¿No lo habéis aceptado? (El Sr. Conde de Esteban Collantes: ¿Qué?) ¿No lo habéis aceptado? (El Sr. Conde de Esteban Collantes: ¿Pero qué?) Todo el estado de derecho político de nuestro país. ¿Eso quién [692] lo ha establecido? (El Sr. Conde de Esteban Collantes: La Constitución, que vosotros habéis aceptado después de haberla combatido diciendo que no representaba vuestros principios. Ya hablaremos de ello.) Yo no quiero hablar de eso. (El Sr. Conde de Esteban Collantes: Pues entonces no se provoca la cuestión.) Dice S. S. que yo no he hecho nada. Pues bien, lo que yo he hecho lo dejo para que la opinión pública lo juzgue.

Ahora he venido con un programa económico, como antes vine con un programa político, que se realizó a pesar de las dificultades que encontré en mi camino y de los obstáculos que me detuvieron en mi marcha; dificultades y obstáculos que encuentro ahora para le programa económico, pero que confío vencer tan completamente como los vencí en el problema político. ¿Qué más puede esperarse de un hombre político?

Por lo demás, debo dar gracias al Sr. Conde de Torreánaz por la circunspección con que ha tratado estas cuestiones, muy propias del Senado y de S. S. Su señoría ha combatido el programa del Gobierno bajo sus puntos de vista: los respeto, aunque no puedo participar de ellos (El Sr. Conde de Torreánaz: Si S. S. hubiera hablado antes de frailes y monjas, otra hubiera sido mi actitud y otro mi discurso, que no obtendrían entonces esos elogios. ?El Sr. Duque de Mandas: ¿A qué hablar de cosas del tiempo de la nanita, como suele decir S. S.?) Pues precisamente por eso; porque me congratulo de que hayan pasado esos tiempos. (El Sr. Duque de Mandas: ¿A qué viene ahora hablar del año 34?) Para demostrar que desde entonces hemos avanzado más que ningún país. (El Sr. Duque de Mandas: Con el concurso de todos los partidos liberales.) Todo lo que S. S. quiera, pero el progreso es indudable. ¿He dicho yo acaso que los demás no hayan hecho nada, como decía de mí el Sr. Conde de Esteban Collantes? (El Sr. Conde de Torreánaz: Ésa ha sido una frase infeliz de S. S.) Pues la sostengo, Sr. Conde de Torreánaz. (El Sr. Duque de Tetuán: ¿Qué beneficios os debe el país en el orden económico? Cuarenta millones de pesetas de aumentos en el personal.) Por de pronto nos debe una cosa, y es, que éste es el primer año en que hemos llegado al fin del primer semestre sin tener para nada que utilizar la autorización que el Gobierno tiene para pedir al Banco cantidades. (El Sr. Duque de Tetuán: Ésa es la herencia que recibieron SS. SS. del partido conservador.)

¿No es verdad que es un progreso del estado económico del país haber llegado a Diciembre, no sólo sin ser el Gobierno deudor del Banco, sino, por el contrario, acreedor suyo? Doy al partido conservador en esto la participación que quiera; pero el hecho es que esto sucede hoy, en tiempo del partido liberal, y que no ha pasado hasta ahora.

Respecto de la habilidad que me supone el señor Conde de Esteban Collantes, ¿qué he de decir a S. S.? Yo no tengo habilidad ninguna, ni quiero tenerla. Hago lo que me dicta mi conciencia como mejor para los intereses del país. Claro es que puedo equivocarme, porque no he de tener la pretensión de ser infalible; pero ni tengo habilidad ni la necesito para sostenerme en el poder. Si lo creo necesario para mi Patria, me sostendré en el poder sin habilidad ninguna.

Para eso no se necesita muchas veces más que hacer un gran sacrificio, y no es pequeño el que yo hago para continuar en el poder a pesar de S. S. y de las dificultades con que tropiezo. Pero creo que con eso hago un bien a la Monarquía y a mi país, y continuaré aquí a pesar del disgusto que eso produce a S. S., porque, después de todo, la tesis del discurso de S. S. es ésta: ?Sus señorías han debido marcharse. SS. SS: deben marcharse; ¿no se marchan SS. SS.? Pues no le puedo dar gusto a S. S.

Yo estoy en el poder porque debo estar, porque a ello me obliga un grandísimo deber, que yo considero ineludible, y permaneceré en el poder mientras no me falte la confianza de la Corona y tenga mayoría en las Cámaras, y como hasta ahora no me han faltado ni la una ni las otras, estoy en el poder porque debo estar. Ahora, ¿es que no doy con eso gusto a S. S. y a sus amigos? Pues siento no dárselo. Pero créame S. S.; si yo no previese los inconvenientes que pudiera tener el advenimiento del partido conservador al poder, yo les daría gusto, y en lo que de mí dependiera, al poder había de venir, pero como los males no serían sólo para el partido conservador, sino para cosas más altas, no puedo dar gusto a su señoría. Domine, pues, su impaciencia, como yo domino también mi deseo.

No tengo más que decir.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL